Roberto Aizenberg nació en 1928 en Entre Ríos, fue discípulo de Antonio Berni y Juan Batlle Planas. Su obra se construyó al margen de las corrientes dominantes, a partir de un lenguaje propio de geometría y enigma.
Durante ese año, el pintor surrealista realizó su primera muestra en el interior del país. Incluyó pinturas y dibujos que fueron un recorrido visual por dos décadas de trabajo.
Roberto Aizenberg nació en 1928 en Entre Ríos, fue discípulo de Antonio Berni y Juan Batlle Planas. Su obra se construyó al margen de las corrientes dominantes, a partir de un lenguaje propio de geometría y enigma.
Desde sus primeras pinturas en los ‘50, "Bobby" (como se lo conoció en el ambiente) generó una estética donde el paisaje, las construcciones herméticas y los personajes acéfalos forman un universo de silencio y misterio.
Influido por el automatismo psíquico de Batlle Planas, su búsqueda era captar imágenes sin la intervención de la razón, para que el inconsciente tome el control del proceso creativo.
Su trayectoria lo llevó a exponer en el Instituto Torcuato Di Tella, la Hanover Gallery de Londres, la Galería del Naviglio en Milán y el Museo Nacional de Estocolmo.
Sus obras forman parte de colecciones de prestigio como el MoMA de Nueva York y el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires.
Aldo Pellegrini lo definió como un artista que "nos presenta una verdadera coagulación del silencio”", trazando un paralelismo con la atmósfera metafísica de De Chirico.
María Gainza escribió sobre él: "no bien creemos reconocer las sombras alargadas y los maniquíes que lo emparentan con De Chirico, se nos aparecen los biomorfismos de Dalí o los arlequines de Max Ernst".
Pablo De Monte señaló por su parte que Aizenberg logró construir un lenguaje visual propio, donde la precisión geométrica convive con una sensación de aislamiento y enigma.
Para Victoria Verlichak, "no puede decirse que existan etapas en las expresiones de Aizenberg, sino diversas síntesis y énfasis que traslucen y provocan una sensación de permanente y portentoso asombro".
Jorge Taverna Irigoyen, lo ubicó entre los nombres más relevantes del surrealismo argentino. "Su maduro ejercicio de los valores y su singular elocuencia expresiva le han valido no sólo el reconocimiento de la crítica nacional, sino aun el relieve dado por distinciones y premios", escribió.
Y añadió que "Aizenberg estructura sus trabajos dentro de un razonado equilibrio de concepción. En ese equilibrio, de características ejemplares por su coherencia, el surrealismo ha ido eslabonando sus diversas vertientes expresivas".
En abril de 1972, Aizenberg expuso por primera vez en el interior del país. Y eligió Santa Fe, concretamente el Museo Municipal de Artes Visuales, donde inauguró esa temporada.
La muestra, de "sumo interés" según expresó entonces El Litoral, permitió a los visitantes establecer con carácter retrospectivo la línea seguida por el artista plástico.
Estuvo compuesta por diez pinturas y otros tantos dibujos ilustrativos respecto del tono central y sus variantes, desarrollado por Aizenberg entre 1950 y 1970.
"Dos dibujos fechados en 1950 y 1951 y otras tantas pinturas de 1953, son demostrativos de la etapa inicial de Aizenberg: un surrealismo de raíces oníricas", escribió Taverna Irigoyen en la reseña que El Litoral publicó el 7 de abril de 1972.
"En este período con ‘figuras-árboles’, símbolos de trasmundo y otros presagios, se vislumbra la influencia del maestro en ciertas ‘improntas’ estilísticas que, sin embargo, no coartan la expresividad del artista naciente", indicó luego.
"En 1954 está fechada la pequeña joya titulada ‘Incendio del Colegio Jasidista de Minsk’, cuya densidad pictórica y la vibrante idealización de los planos rememoran en mucho la técnica de Goya", agregó en otro párrafo.
"Desde ahí, Aizenberg parece inclinarse hacia una geometría sensorializada que, por sus alardes visuales, merece enrolarse dentro de los planteos metafísicos", escribió.
"El virtuosismo lineal, la rigurosa reconstrucción de los planos, la permanente búsqueda en la ‘realidad interna’, caracterizan este período", dijo después.
"Con una síntesis de cálidos valimientos, pretende definir así ideas de infinito, de materia "animada", haciendo entrar al contemplador en ritmos de embargante pureza formal y realizativa", indicó.
"Así, los dos ‘Monumentos’ de la serie en memoria a su maestro, dan cuenta de su talento para insuflar a formas de definida estructura física, de una interioridad tan sorprendente como subyugante", aseveró después.
Y cerró: "el refinado uso de los valores en el grafito y uno que otro color posibilitan a este artista para que estas construcciones -apenas sutilmente ‘fijadas’ a un horizonte virtual- alcancen profundidad perceptual y expresiva".
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.