El pintor nacido en Buenos Aires en 1975 ha construido una obra marcada por la mezcla de influencias, el realismo mágico y la presencia de lo sagrado. Con exposiciones en Argentina y el exterior, su arte sigue sorprendiendo y emocionando al público.
“Ojos de papel”, “Parte del aire” y “¿Quién dijo que todo está perdido”, óleos sobre tabla con estética sacra. Fotos: Gentileza Zurbarán
Desde sus primeros trazos a los cinco años, Ricardo Celma pareció tener su destino sellado en la pintura. Nacido en 1975 en Buenos Aires, su vocación lo llevó a formarse en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y luego en el Instituto Universitario Nacional de Arte (Iuna), donde se graduó con honores. A lo largo de su carrera, su arte ha evolucionado hacia un estilo único, fusionando elementos de diversas corrientes pictóricas con una profunda exploración de lo espiritual.
“Autorretrato post-contemporáneo”, óleo sobre lienzo, 100x83 cm., 2017; “Desata nuestros nudos”, óleo sobre lienzo, 210x200 cm. (tríptico). Fotos: Gentileza Zurbarán y The Gallerist
Revelación
Su obra es un crisol de influencias. Del barroco toma el dramatismo y el uso magistral de la luz y la sombra; de la pintura flamenca, la minuciosidad y la técnica precisa; del hiperrealismo, la meticulosidad en los detalles; y del realismo mágico, la sensación de lo onírico y la irrupción de lo fantástico en lo cotidiano. En cada una de sus telas, Celma busca que suceda algo sagrado: “Intento transmitir un mensaje espiritual en la obra, que sea un poco el reflejo de mi propia búsqueda, mis encuentros y dudas”, afirma.
Una recuperación de temáticas nacionales: entre los libros están “La cautiva” de Esteban Echeverría y “Martín Fierro” de José Hernández; al fondo un homenaje a “La vuelta del malón”, emblemática pintura de Ángel Della Valle. Foto: Gentileza The Gallerist
Las imágenes de sus pinturas surgen como revelaciones. Primero aparecen en su mente, en forma de un sueño o una imagen difusa. Luego, realiza bocetos y dibujos antes de trasladarlas al lienzo con óleos. Pero no hay un destino preestablecido: “Siempre dejo que la obra me sorprenda, no me gusta saber cómo voy a terminarla cuando la empiezo”, dice. Este proceso, que combina la intuición con una rigurosa técnica pictórica, le permite dotar a cada pieza de una intensidad particular, donde lo simbólico y lo místico se entrelazan.
Serie “El diario de Eva”, 1, 2, 3 y 4; cada uno 50 x50 cm. (con cierta influencia de Gustav Klimt). Fotos: Gentileza Zurbarán
Triunfo
A lo largo de su trayectoria, Celma ha realizado exposiciones individuales y colectivas tanto en Argentina como en el exterior, en países como Perú, México, Panamá, España y Holanda. Su muestra en la Colección Alvear de Zurbarán en 2010 fue un hito personal, ya que de joven visitaba la galería con su padre para ver exposiciones de maestros como José Alberto Marchi. “Recuerdo ir a la galería a ver muchas exposiciones, con 15 años iba acompañado de mi padre a ver a Marchi o los tantos grandes maestros que siempre están allí y él me decía... ya vas a llegar. Hoy tengo la suerte de aún tenerlo junto a mí y seguramente lo voy a escuchar decirme... llegaste”, le comentó a Ignacio Gutiérrez Zaldívar. Sus obras han sido adquiridas por coleccionistas de distintas partes del mundo, consolidando su prestigio dentro y fuera de su país natal.
“Beso de papel” 1 y 2, óleos sobre cartulina, 100x76 cm. cada uno. Fotos: Gentileza Zurbarán
El artista encuentra inspiración en su entorno cercano. Su esposa, María Gracia, es una talentosa fotógrafa y su musa constante, lo que compensa su preferencia por el modelo vivo. También la literatura, la música y la naturaleza son fuentes esenciales en su proceso creativo. En su taller, rodeado de libros y lienzos en proceso, Celma sigue creando obras que, con su misterio y su luz, desafían al espectador a mirar más allá de lo evidente.
Dos obras de la serie “Argentina”. Foto: Gentileza The Gallerist
Inspirador
Además de su producción pictórica, Celma ha desarrollado un enfoque pedagógico en la enseñanza del arte, compartiendo su conocimiento con nuevas generaciones de artistas a través de talleres y conferencias, como los que ha realizado con Kenneth Kemble, Pérez Celis, Ricardo Carpani, Jorge Abot, Dalmiro Sáenz y, en diferentes viajes, se conectó con los talleres de Alessandro Kokosinsky (Roma), Antonio López (Madrid), Waldo Saavedra (Cuba) y Raúl Anguiano (Guadalajara). Su legado, más allá de su obra, se extiende en su capacidad de inspirar a otros a explorar el arte como un camino de autoconocimiento y expresión.
Una obra de temática fantástica, sin renunciar al hiperrealismo en los personajes, y al uso de modelo vivo. Foto: Gentileza The Gallerist
Su talento ha sido reconocido con numerosos premios y distinciones a lo largo de su carrera. Entre ellos, destacan el Primer Premio del Salón Nacional de Pintura, el Gran Premio de Honor en el Salón Manuel Belgrano y el Premio Trabucco otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes. Estas distinciones han consolidado su reputación como uno de los artistas contemporáneos más destacados de Argentina.
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