"Sólo ahora, al final, es cuando lo entiendes: nada puede desafiar el poder del lado oscuro".
A dos décadas de su estreno, el Episodio III de “Star Wars” regresa a las salas. El recuerdo de un drama político y moral que explica por qué Darth Vader es el villano definitivo.
"Sólo ahora, al final, es cuando lo entiendes: nada puede desafiar el poder del lado oscuro".
En 2005, "Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith" implicó el cierre a la trilogía de precuelas de George Lucas. Fue una propuesta, cuando menos, arriesgada: mostrar la caída del héroe y la conversión de Anakin en Darth Vader.
Veinte años después, la película regresa a los cines para celebrar su vigésimo aniversario. Será el 24 de abril y servirá para revalorizar su lugar, no menor, en la saga más famosa de todos los tiempos, trono que solo podría ser reclamado por "El padrino".
Este reestreno apela, es obvio, a la nostalgia. Pero también invita a revisar el film como un mojón fundamental en la construcción del universo de "Star Wars". Y como testimonio, por qué no, de una época donde las premisas centrales del blockbuster empezaban a cambiar.
El núcleo central del Episodio III es el conflicto interno de Anakin Skywalker, a quien en la serie de precuelas iniciada en 1999 los fanáticos vieron crecer. A diferencia de otras entregas, centradas en la aventura o el heroísmo, ésta coloca la mirada en la ambigüedad moral.
Con habilidad, George Lucas propone una historia donde el miedo a la pérdida, la desconfianza institucional y la manipulación política son los motores que llevan a Anakin a sucumbir.
La decisión del protagonista no es arrebatada. La película se toma su tiempo (dura 135 minutos) para mostrar cómo un joven idealista termina justificando actos atroces. Es, en tal sentido, una obra shakespeariana.
"Corrompido por el lado oscuro el joven Skywalker ha sido. El muchacho que adiestraste desaparecido ha. Consumido por Darth Vader", dice el maestro Yoda, con su particular construcción discursiva. Ese es el corazón de la obra.
El arco narrativo de Anakin, que muchos fans esperaron durante décadas, es el que le brinda a "La venganza de los Sith" una densidad dramática solo equiparable, dentro de la saga, al descubrimiento que hace Luke en el episodio VI.
Con este episodio, "Star Wars" dejó de sugerir y pasó a mostrar. El nacimiento de Darth Vader ya no es solo un mito: se convierte en imagen, sonido, respiración.
En 2005, al autor de estas líneas le tocó asistir al estreno en Santa Fe de "La venganza de los Sith" para hacer la reseña. La misma subraya la “secuencia desbordante de emotividad en la que al joven Anakin le es colocado el casco que sellará definitivamente su destino”.
Veinte años después, la escena sigue teniendo la misma potencia. Vader encarna la idea del poder autodestructivo. Su voz metálica, sus silencios y su máscara negra, son recursos llenos de sentido, aun fuera del canon "galáctico".
Desde su debut en diciembre de 1977, "Star Wars" construyó una mitología moderna. La clave está en su capacidad de adaptación: en cada etapa -clásica, precuelas, nuevas trilogías y series- se logró un diálogo con el contexto cultural.
"Episodio III" se estrenó en un mundo ya marcado por la postverdad, la vigilancia, y el conflicto de Medio Oriente. Temas como la militarización, la corrupción institucional y el miedo como herramienta de control siguen preocupando al mundo.
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