En la búsqueda por lograr espacios armónicos, el Feng Shui propone una serie de recomendaciones que apuntan a cuidar la energía que circula en el hogar.
Esta antigua practica china advierte que algunas plantas, como las flores secas o las que están en mal estado, pueden estancar la energía del hogar y afectar el bienestar de quienes lo habitan.
En la búsqueda por lograr espacios armónicos, el Feng Shui propone una serie de recomendaciones que apuntan a cuidar la energía que circula en el hogar.
Esta práctica milenaria considera que ciertos objetos, formas, colores y también elementos naturales como las plantas, influyen directamente en el bienestar de quienes habitan una casa. Sin embargo, no todo lo que parece decorativo resulta beneficioso para el equilibrio energético del ambiente.
Una de las claves del Feng Shui es la fluidez de la energía, conocida como “chi”. Según esta disciplina, cuando esa energía se estanca, la vida también se ralentiza: se bloquean proyectos, se generan conflictos o simplemente se pierde la motivación. Las plantas, en ese contexto, pueden ser grandes aliadas para revitalizar los espacios… o todo lo contrario, si no se eligen con criterio.
Aunque muchos las utilizan para decorar, hay plantas que, lejos de mejorar el ambiente, lo cargan negativamente. Algunas, por ejemplo, se asocian con energía muerta o estancada. Tal es el caso de las flores secas y plantas marchitas, elementos que el Feng Shui desaconseja enfáticamente dentro del hogar.
El Feng Shui promueve rodearse de elementos vivos, en crecimiento, que representen renovación, frescura y equilibrio. En cambio, las flores secas, aunque estéticamente atractivas, simbolizan lo contrario: decadencia, nostalgia y pérdida de vitalidad.
Colocar este tipo de decoración en casa puede contribuir a un ambiente emocionalmente pesado, donde los ciclos se interrumpen y las energías se bloquean.
Algo similar ocurre con las plantas que están deterioradas o sin cuidados: hojas amarillentas, falta de riego o exposición a ambientes inapropiados hacen que dejen de aportar energía positiva y pasen a emitir vibraciones negativas.
No todas las plantas están prohibidas en Feng Shui. Al contrario, muchas son muy bienvenidas: bambú, lavanda, helecho, orquídeas o plantas con hojas redondeadas suelen ser aliadas del equilibrio. Lo importante es saber cómo, dónde y con qué intención se colocan.
Se recomienda ubicarlas en zonas de alta circulación, como el living, pasillos o espacios de trabajo. También es fundamental mantenerlas limpias, hidratadas y bien iluminadas. La idea es que actúen como canalizadoras del “chi”, aportando dinamismo, alegría y conexión con lo natural.
En el Feng Shui, las plantas representan una prolongación de la vida, un puente entre lo interno y lo externo, entre lo emocional y lo material. Preservar esa energía viva, evitando flores secas o plantas en mal estado, es una forma de proteger no solo el entorno, sino también el equilibrio personal y familiar.
En definitiva, un hogar armonioso no se logra solo con orden y limpieza: también depende de los elementos que elegimos conservar. Las plantas pueden ser nuestras grandes aliadas si sabemos elegirlas, cuidarlas y, cuando llega el momento, también dejarlas ir.
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