Por Instituto de Derecho Ambiental-CASF
En sus exhortaciones, Francisco califica la situación de grave deterioro ambiental como un problema social mundial, relacionado con la dignidad de la vida humana.
Por Instituto de Derecho Ambiental-CASF
El lunes 21 de abril el mundo se vistió de luto ante la triste noticia del fallecimiento del papa Francisco: una persona excepcional, un imprescindible que a lo largo de su vida predico la inclusión de los más desprotegidos y la paz en nuestro planeta, llegando incluso a aquellos que no profesan la fe de la iglesia católica.
La inquietud de Francisco por la problemática ambiental fue puesta de manifiesto desde el mismo momento de iniciar su pontificado y posteriormente en numerosas homilías convirtiéndose así en un líder religioso ecologista cuando más lo necesitábamos.
Por eso el 18 de junio del 2015 se da a conocer la carta encíclica Laudato si' ("Alabado Seas", 2015) y posteriormente la exhortación apostólica Laudate Deum ("Alaben a Dios", 2023) sobre la crisis ambiental y climática que enfrenta el planeta tierra.
En el Laudato si' , el pontífice Francisco pone de manifiesto el conocimiento científico actualizado acerca del funcionamiento de los sistemas naturales y las consecuencias de la acción humana descontrolada sobre el planeta y la vida que contiene, el vínculo espiritual que existe entre la humanidad y la naturaleza, y las consecuencias destructivas del modelo extractivista imperante en un contexto de crisis climáticas y socio ambientales.
Postula, además, la urgente necesidad de una conversión ecológica para que el desarrollo humano integral contemple el cuidado de la Casa Común y el respeto por las generaciones futuras.
De su lectura se desprenden las temáticas más diversas, expuestas de forma sucinta y clara, pero se advierte, a su vez, que a esa claridad subyace un profundo estudio y análisis técnico del mundo y la sociedad; y de la visión que esta tiene de la Creación que hemos recibido para custodiar, así como del uso que hacemos de ella.
Entiende que la degradación de la naturaleza es consecuencia de una humanidad pobre espiritualmente, enferma de codicia y con poca capacidad de reflexionar seriamente acerca del rol que le ha sido asignado de "guardián" de la Casa Común, de una creación que nos fue puesta para existir en armonía con cada ser humano.
Nos decía: "La indiferencia que identifica a las modernas sociedades donde el otro deja de ser prójimo, donde el compromiso y los lazos que afianzan relaciones son eludidos y evitados casi sistemáticamente, done los logros personales se perciben como alcanzados sólo por la propia capacidad y esfuerzo, convirtió al hombre en un ser para el consumo ansioso, soberbio, egoísta, endeble, insensible y descartable... Y un hombre de estas características, con un yo profundo adormecido, es incapaz de ser misericordioso y de estar alerta al Otro, a los otros y al mundo en el que vive".
"La cuestión del Agua", merece un tratamiento especial. Laudato si' expone la estrecha relación que existe entre el acceso al agua potable segura y cuestiones de trascendente importancia como lo son la salud, la economía, la educación, la pobreza, la desigualdad, entre otras.
Esta encíclica entiende acertadamente que "el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos".
En lo concerniente al tema del cambio climático, el mismo se aborda en el capítulo primero, y así en el número 23 de dicho capítulo dice Francisco apoyándose en la más actualizada investigación científica:
"El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado acompañado del constante crecimiento del nivel del mar, y además es difícil no relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos, más allá de que no pueda atribuirse una causa científicamente determinable a cada fenómeno particular. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan (…)".
"(…) Es verdad que hay otros factores (como el vulcanismo, las variaciones de la órbita y del eje de la Tierra o el ciclo solar), pero numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares reflejados por la tierra se disperse en el espacio. Esto se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, que hace al corazón del sistema energético mundial".
Por su parte, la exhortación apostólica Laudate Deum, como continuación de la encíclica Laudato si', aborda la cuestión del cambio climático en el contexto del cambio global.
En esta exhortación el papa Francisco calificó la situación de grave deterioro ambiental como un problema social global relacionado con la dignidad de la vida humana.
Además, estimó que "el cambio climático es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la comunidad mundial" y advirtió que "no se trata de una cuestión secundaria o ideológica, sino de un drama que nos daña a todos".
No escapa a la vista del lector que la consideración del clima como bien común encierra toda una matriz de significación. El que sea bien de todos nos involucra como personas y como sociedad en la tarea de generar acciones que impliquen compromisos que, por otra parte, podrán ser asumidos en la medida en que se instale la idea de que nos necesitamos unos a otros.
El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral.
En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas "descartables", privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común exige entonces a la solidaridad como virtud (esto es, como un hábito operativo) y se convierte en una opción preferencial por los más pobres.
Estas encíclicas marcan sin duda la necesidad de realizar una revisión profunda de nuestro proceder individual y colectivo para el cuidado de nuestra Casa Común, entendiendo que es en el diálogo con todos donde se podrán dar los acuerdos necesarios sobre el modo en que estamos construyendo el futuro del planeta.
Necesitamos, dice Francisco, "una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos".
Así el legado del papa Francisco es un fuerte llamado a que obremos, en el vivir cotidiano, admirando la belleza de la Creación, conmoviéndonos por lo que nos fue dado como un regalo amoroso para que nos convirtamos en sus más fieles guardianes y servidores.
(*) Colegio de la Abogacía de Santa Fe Primera Circunscripción Judicial.
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