"Nada fortalece más a la autoridad que el silencio". Leonardo da Vinci
Con esta imagen, Javier Milei saludó la elección del nuevo papa: León XIV.
"Nada fortalece más a la autoridad que el silencio". Leonardo da Vinci
Hay días en los que la Argentina se parece a un circo romano, pero sin leones -bah, hay uno que se "autopercibe" león-, aunque con muchos payasos mediáticos, políticos malabaristas, y furiosos y salvajes opinadores virtuales.
Mientras el mundo miraba hacia el Vaticano para ver salir la fumata blanca que anunciaba a un nuevo papa, que finalmente será un tal León XIV, quien va a gobernar el destino de la gran población católica siendo hijo de madre de ascendencia española y padre norteamericano, pero nacionalizado peruano -algo así como una suerte de ceviche con hamburguesa que ya promete levantar polvareda en la curia-, acá, en la tierra del tango, la milonga y la milanga con puré, se desataba otra humareda, pero negra y espesa: la furia anti periodista de nuestro libertario presidente, Javier Milei, quien en tan solo un día, tuiteó y retuiteó más de 400 tuits contra el periodismo nacional.
En definitiva, el hombre "autopercibido" como león y que dice ser enemigo del Estado, pero que vive cómodamente de él, encontró nuevos culpables a quienes endilgar su desgracia: los periodistas.
Milei, que ya insultó a la casta, al Estado, a los artistas, a los "zurdos del mundo libre", a la libertad (el derecho) de protesta, ahora se ocupa del periodismo que no es afín a él, ese vicio tan argentino de amar a los propios y odiar a los ajenos. Milei ahora la emprendió contra quienes, desde hace décadas, intentan -con más oficio que éxito- explicar este "quilombo" llamado Argentina.
Desde su balcón virtual de X (ex Twitter), la "prensa ensobrada", "los operadores" y "los sicarios de la pluma" fueron el blanco perfecto de su rabiosa y odiosa exposición.
En la bolsa caen todos, o casi todos, pero nuestro presidente se olvida que exponer su odio contra minorías, contra personas, o contra oficios y/o profesiones, puede llegar a ser peligroso, no solo para el blanco de su odio de turno, sino en el futuro inmediato.
No en vano las frases o refranes se basan en la realidad y el conocimiento del pasado, como por ejemplo "Siembra odio y cosecharás tempestades", como dicen los viejos. Y, como quedó demostrado con "El Eternauta", el mega éxito de Netflix, lo viejo funciona Javi.
También hay algo de 1984, el libro de George Orwell, en todo esto. No es casual que mientras Milei juega al Gran Hermano libertario, Patricia Bullrich juega a ser su brazo ejecutor de jubilados (como en su pasado reciente, y como en el otro pasado, y en el anterior y seguramente en cualquier otro en que le convenga), o Manuel Adorni cumple su papel de vocero del "Ministerio de la Verdad" (controlando relatos, persiguiendo opiniones y señalando herejes mediáticos), la Cámara de Senadores de la Nación se despachó con una votación por nadie esperada: la caída del proyecto de Ficha Limpia, bandera anticorruptela del PRO y de LLA.
Antes de entrar en juego con esa "ficha", quiero detenerme un minuto en este fenómeno paranormal que es la obsesión del presidente con la red social X o Twitter.
Milei gobierna en 280 caracteres, y a veces en hilos kilométricos donde se lo puede ver discutir con trolls anónimos a las tres de la mañana, como si estuviera en una peña de espectros y zombies, todos respaldados por el anonimato. El hombre, se sabe, duerme poco y tuitea mucho.
En un país donde los problemas reales pasan por los sueldos, la inflación y la creciente incomodidad económica, Milei cree que todo se soluciona desde un iPhone o una laptop.
En su universo digital, el país no existe si no está en trending topic, o si no es "viralizado". Las crisis económicas se gestionan con memes de Rick & Morty, los anuncios se dan en lives de TikTok y los ministros se enteran de su destino por la red X o dentro de programas acólitos y chupamedias obsecuentes.
o peor de todo es que funciona: basta un "RT" presidencial para que la acción de una empresa suba o baje… Dios nos LIBRA del dinero malhabido.
Mientras Javier Milei debate con un señor que usa avatar de Sonic o de flequillo sospechosamente hitleriano, donde sin saber que aquellos que están pendientes en su cuenta de X son o serán plataforma en su presente y futuro político, o al menos mayores de edad, defiende a los gritos, como es su costumbre, la dolarización, el Senado debatió la famosa Ley de Ficha Limpia, ese intento de impedir que los condenados por corrupción ocupen cargos públicos, tuvo una sesión más parecida a una reunión de consorcio que a una asamblea legislativa.
Los senadores se sentaron y la mitad más uno de la sesión, votó en contra, no fuera cosa de que mañana la ficha se de vuelta y los llamen a declarar y/o se queden sin banca y/o sin fueros. Entre maniqueos, culpables, traidores y acusaciones varias, la ley de Ficha Limpia quedó ensuciada por propios y extraños.
La iniciativa, contra todos los pronósticos y agoreros, pasó raspando. Se celebró como un gol de media cancha para unos, y se lamentó como un deceso para otros, pero, independientemente del lado de la mecha en que te encontras, todos sabemos que, en Argentina, las leyes son como los semáforos en la madrugada…
En este país, donde el dólar blue es más influyente que cualquier ministro, en el que los salarios son hologramas y la meritocracia una leyenda urbana, el "Cambalache" de Enrique Santos Discépolo sigue tan vigente como en 1934 y en el 2000 (y pico) también.
"Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor…", decía Discepolín. Y aquí estamos, en 2025, donde los enemigos del estado lo gobiernan y administran y los periodistas, esos molestos cronistas del caos, esos tipos que se lo pasan opinando, esos que miran la paja en el ojo ajeno, se convierten en el chivo expiatorio de turno de un presidente que no se fija en la viga del propio.
Y a esta altura, querido lector, lo único que queda es reírnos. Porque si algo aprendimos en este país de locos es que la tragedia, bien contada, siempre suena a comedia.
Uno se ríe, pero es triste.
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