En 1925, John Scopes, un profesor de escuela secundaria de la localidad de Dayton, en el estado de Tennessee, Estados Unidos, fue llevado a juicio por enseñar la teoría de la evolución de Charles Darwin. En ese momento, en el citado estado regía una ley que prohibía enseñar cualquier cosa que contradijera el relato bíblico de la creación.
Aunque contó con el apoyo de la comunicad científica local y fue defendido por uno de los mejores abogados del país, Scopes fue declarado culpable y condenado a pagar una multa de cien dólares, equivalentes a unos 2.000 dólares actuales. Finalmente, la multa a Scopes fue anulada, ya que una norma de la época impedía que los jueces impusieran multas superiores a cincuenta dólares. Pero el veredicto de culpabilidad se mantuvo.
El episodio es conocido como "El juicio del mono" e inspiró, en 1955, la obra teatral "Heredarás el viento", escrita por Jerome Lawrence y Robert Edwin Lee, y llevada al cine en 1960. Todos asociamos el concepto de evolución las especies a Darwin, pero antes que él muchos filósofos y científicos ya habían propuesto distintas teorías de evolución desde la antigüedad, la edad media y el renacimiento. Lo que distingue a Darwin, en realidad, es que describió el mecanismo que hace posible la evolución: la selección natural.
En general, los padres se parecen a sus hijos. Los perros tienen perritos, las tortugas ponen huevos de los que nacen tortuguitas y dentro de un limón hay semillas de limonero. Cada organismo lleva, codificadas en su ADN, las instrucciones para construir los organismos de la siguiente generación. Sin embargo, a veces se cometen errores en el proceso y un individuo puede terminar teniendo características distintas a las de sus padres, como el color de ojos, el tamaño de la nariz o la cantidad de extremidades.
Estos cambios que aparecen entre una generación y la siguiente se llaman mutaciones y suelen ser resultado del azar, aunque también pueden producirse artificialmente mediante técnicas de ingeniería genética. Por ejemplo, un escarabajo de color negro tendrá normalmente una descendencia también negra. Pero es posible que, como resultado de alguna mutación, aparezca ocasionalmente un ejemplar blanco. Este ejemplar dará lugar a un linaje de escarabajos blancos y tendremos entonces dos variedades del mismo animal: los negros y los blancos.
Imaginemos entonces que liberamos una familia de escarabajos negros en un campo verde. Los escarabajos negros destacarán sobre el terreno verde y serán fácilmente localizables por sus predadores, como pájaros o roedores que se alimentan de ellos. Los escarabajos solamente sobrevivirán si tienen suerte, si logran esconderse o si se reproducen más rápido que lo que sus predadores los cazan. Lo mismo les pasará a los escarabajos de otros colores que pudieran surgir como resultado de mutaciones.
John Thomas Scopes (1900-1970), profesor y geólogo estadounidense. Protagonista del célebre episodio aquí recordado.
Excepto en el caso de escarabajos verdes que se camuflarían sobre el verde del terreno y serían casi invisibles para los predadores. Mientras los escarabajos de otros colores son cazados, los verdes sobrevivirán y se reproducirán. Con el tiempo, todos los escarabajos del lugar serían de color verde. Ahora bien, introduzcamos un cambio más: una sequía arrasa el lugar y convierte el terreno verde en un campo marrón. Los escarabajos verdes son ahora fácilmente localizables por sus predadores y terminarán siendo exterminados. Pero una eventual mutación a color marrón tendrá la posibilidad de camuflarse, sobrevivir y reproducirse.
Luego de algunas generaciones los escarabajos marrones serán ahora la variedad dominante. Así funciona la selección natural. Se necesitan tres elementos: la herencia, por la cual los padres transmiten sus características a los hijos; las mutaciones, por las cuales los hijos pueden presentar características no presentes en sus padres; y el hecho de que algunas características favorecen la supervivencia y otras no.
Esta historia de escarabajos mutantes no es totalmente imaginaria. Hasta fines del siglo XVIII existía en los bosques de Inglaterra una polilla con cuerpo y alas de color gris claro. Estas mariposas, al posarse en árboles de corteza clara, se volvían prácticamente invisibles para sus predadores. Con la revolución industrial, el humo de hornos y calderas hizo que los árboles de la zona comenzaran a teñirse de negro. Las mariposas blancas se hicieron fácilmente localizables por los predadores y su población comenzó a disminuir. Pero una mutación hizo surgir una variedad moteada que se ocultaba mejor, que sobrevivió, y pronto todas las mariposas del lugar eran moteadas.
Cuando, en el siglo XX, las políticas ambientales y los cambios en los medios de producción redujeron la contaminación atmosférica, los árboles de la región recuperaron su corteza clara. El cambio perjudicó a las mariposas moteadas, que ahora se destacaban sobre los árboles claros, y favoreció a la variedad gris original que reapareció. Fueron dos confirmaciones de la selección natural en menos de dos siglos.
La controversia entre la teoría de la evolución de Darwin y el relato bíblico de la creación puede parecer una cuestión religiosa. Pero tiene importantes consecuencias económicas. La mayoría de los cereales y frutas que consumimos actualmente son el resultado de manipulaciones que obedecen a los principios de la teoría de la evolución. La agricultura moderna simplemente no existiría si ignoráramos las leyes de la evolución. Y la historia muestra un ejemplo de esto.
En la década de 1920 el biólogo soviético Trofim Lysenko desarrolló métodos de cultivo basados en una teoría de evolución propia, contradictora respecto de la de Darwin. Sus métodos tuvieron el apoyo del líder Joseph Stalin porque parecían funcionar mejor bajo el sistema de granjas colectivas impuesto en la Unión Soviética en esos años.
Pero los métodos de Lysenko no tenían realmente ningún fundamento científico y condujeron a una de las mayores crisis alimentarias en el país. Con la muerte de Stalin, en 1953, Lysenko perdió el apoyo oficial y sus métodos fueron abandonados. La agricultura soviética demoró años en recuperarse. Es el costo de ignorar a Darwin y a su teoría de la evolución.
(*) Docente y divulgador científico.
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