Para Raquel Forner, nacida el 22 de abril de 1902, la pintura fue un instrumento para decir lo que no se podía pronunciar de otra forma.
Creada en el año 1942, es una de las obras más reconocidas de la artista plástica argentina. La pintura como expresión del sufrimiento humano en la guerra.
Para Raquel Forner, nacida el 22 de abril de 1902, la pintura fue un instrumento para decir lo que no se podía pronunciar de otra forma.
Con "El drama", realizada en 1942, en uno de los momentos más álgidos de la conflictividad bélica global, la artista da forma a una imagen de dolor, angustia y recogimiento.
Ya no se trata de narrar lo que ocurre en el frente, sino de traducir emocionalmente las consecuencias de la guerra, o de la conflictividad en general, sobre el espíritu humano.
La obra se inscribe dentro del período que va desde fines de la década del ‘30 hasta los años ‘50. En esos años, la pintora adoptó un tono grave, sombrío e introspectivo, influido por los horrores del presente y por la preocupación existencial.
Desarrolló, como señala Diana Welscher, "una figuración contundente que buscaba representar a través de su síntesis simbólico-plástica los hechos y de este modo denunciar los crímenes del hombre contra el hombre".
"El drama", parte de una serie que va de 1939 a 1946, no ilustra una escena de guerra concreta, pero evoca su devastación con fuerza simbólica.
La pintura está protagonizada por figuras humanas, muchas de ellas femeninas, que expresan sufrimiento, duelo y contemplación doliente.
No hay acción violenta, sino una tensión contenida que se verifica en los cuerpos rígidos, las manos extendidas, los ojos cerrados o perdidos en el vacío.
Sus personajes parecen tallados en piedra, como figuras de una tragedia antigua que repiten eternamente un gesto de lamento colectivo.
Los colores ocres, grises, terrosos y verdes apagados predominan. Todo en "El drama" remite a la gravedad pero incluso allí hay belleza, triunfa la humanidad.
"Varias mujeres protagonizan el primer plano. La propia imagen aparece quebrada en el retrato que está abandonado en el suelo con otros elementos como el globo terráqueo, un conjunto de papeles y una mano con la llaga de Cristo", señala la mencionada especialista Diana Welscher.
"Hacia el interior del plano, el panorama es desolador: cuerpos consumidos, la humanidad encarnada en la muerte, árboles quemados, tierras yermas y la atmósfera que se respira después de un bombardeo rodean la escena", agrega.
Cuando Forner pinta "El drama", Europa está desangrada. Los bombardeos sobre Londres son continuos y la maquinaria nazi avanza con brutalidad.
Aunque Argentina sostenía una postura neutral en el conflicto, la información llegaba y los fortísimos ecos de la destrucción global eran imposibles de ignorar.
La artista, seguramente impactada por este escenario, decide entonces canalizar su angustia en una obra que, sin caer en la literalidad o el panfleto, expresa el dolor del mundo.
"El drama" no intenta ser un documento, sino una reflexión visual sobre la pérdida, el miedo y la resistencia espiritual frente al horror.
"El drama" es una de las piezas más significativas de Raquel Forner y una obra clave en la historia del arte argentino del siglo XX.
Su valor es plástico y simbólico: representa una forma de hacer arte que no esquiva el presente, que asume el dolor colectivo como tema legítimo de la creación.
Más adelante, en los años 60, vendrán las series espaciales, de Forner, cargadas de ciencia ficción y poesía futurista. Pero esta etapa trágica sigue siendo, para muchos críticos, el corazón de su producción.
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