El país enfrenta una creciente escasez de gas natural que podría disparar tarifas. La producción local cae y las importaciones se encarecen. Gremios del sector critican la falta de infraestructura del país para recibir el suministro que necesitan del exterior.
Colombia atraviesa una de las coyunturas energéticas más críticas de las últimas décadas.
Credito: REUTERS
Colombia atraviesa una de las coyunturas energéticas más críticas de las últimas décadas. El país suramericano, históricamente autosuficiente en gas natural, enfrenta un déficit que amenaza la estabilidad del suministro y eleva los costos de la energía en momentos de alta presión económica.
De acuerdo con estimaciones de las asociaciones del sector como Naturgas, para 2025 la producción nacional de gas solo cubrirá el 88% del consumo previsto, porcentaje que se espera que caiga al 70% en 2026.
Un escenario que empeoraría con el tiempo según lo previsto por expertos del gremio y que muestra que, para finales de 2028, el déficit podría superar los 400 millones de pies cúbicos diarios, agravado por la falta de nuevos proyectos de exploración y explotación.
Colombia atraviesa una de las coyunturas energéticas más críticas de las últimas décadas.
Un déficit que no solo implica una menor disponibilidad de gas para hogares e industrias, sino también un encarecimiento del acceso a la energía.
Ajuste
La agencia calificadora de riesgo estadounidense, Fitch Ratings, advirtió que la creciente necesidad de importaciones, que ya representan cerca del 20% del consumo en 2024, incrementará los costos energéticos para los usuarios finales, y el fenómeno ya se refleja en la inflación: en febrero, el componente de gas registró un aumento de 14%, contribuyendo de manera significativa al alza de precios a nivel nacional.
“Cualquier ajuste en materia de precios que se haga sobre el gas tiene un efecto en el grueso de la población, porque casi 38 millones de colombianos dependen del gas (...) En algunas regiones el aumento llega al 40% y en otras hasta del 60%”, explicó a France 24, Julio César Vera, gerente general de Valjer Energy.
Y es que justamente es un problema que toca el bolsillo de los colombianos, ya que la regulación nacional permite trasladar los mayores costos de importación del gas, directamente al consumidor, teniendo en cuenta que el régimen tarifario protege los márgenes de las empresas distribuidoras.
A futuro
El panorama de abastecimiento se complica aún más por la limitada infraestructura de regasificación.
Actualmente, el país solo cuenta con una planta de procesamiento en Cartagena, la cual importa gas de Estados Unidos y Trinidad y Tobago, pero ante el incremento en la demanda y el déficit de producción, el país ahora necesita disponer de una planta que pueda acoplar y procesar mayores niveles de gas externo, en un proceso que tardaría varios años en consolidarse, ya que las construcciones no han iniciado.
Colombia atraviesa una de las coyunturas energéticas más críticas de las últimas décadas.
Por su parte, el Gobierno ha impulsado nuevos proyectos, como la construcción de una planta de regasificación en el Pacífico colombiano, que contará con una inversión de 480 millones de dólares y que estaría operativa en 2026.
Pero mientras la edificación se vuelve una realidad, actualmente la falta de infraestructura adecuada sigue siendo un gran obstáculo. Importar gas desde destinos más lejanos, como Qatar —una estrategia recientemente sugerida por el presidente Gustavo Petro—, implicaría mayores costos de transporte, poniendo en duda la viabilidad económica de estas alternativas sin inversiones paralelas en logística y regasificación.
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