El adoquinado de Rafaela: casi un siglo de historia urbana que se mantiene vivo
Iniciado en 1927, el empedrado de granitullo es hoy un símbolo protegido del patrimonio local. Con trabajos de restauración en marcha, el histórico adoquinado sigue dando identidad a la ciudad.
El 2 de abril de 1927, el Concejo aprobó el contrato celebrado entre la Municipalidad de Rafaela y El Banco El Hogar Argentino. El 20 de agosto dieron comienzo los trabajos y 7 días después llegó al puerto de Santa Fe el vapor Christian Borg, que contenía 4000 toneladas de granitullo, transportadas a Rafaela por medio del ferrocarril Provincial. El primer tramo construido fue el Bv. Lehmann (foto), desde E. Salva y Brasil hasta la plaza 25 de Mayo. Crédito: Municipalidad de Rafaela
Rafaela no sería la misma sin sus calles adoquinadas. Este entramado de más de 200 cuadras de granitullo, iniciado en 1927, no solo fue un avance en materia de infraestructura vial, sino también una marca de modernidad y progreso que aún perdura. Declarado patrimonio urbano en 2009, hoy continúa siendo restaurado por la Municipalidad, que apuesta a su conservación como emblema de identidad colectiva.
Un proyecto moderno para su época
La historia del adoquinado comienza en 1926, cuando el Concejo Municipal aprobó la ordenanza para empedrar 136 cuadras de Rafaela. Para entonces, la ciudad contaba con unos 16.000 habitantes y estaba rodeada por caminos de tierra. En ese contexto, el empedrado significó un salto urbanístico que posicionó a la localidad como símbolo de progreso en toda la región.
Adoquinado en Rafaela. Crédito: archivo Municipalidad de Rafaela
El proyecto contemplaba el uso de granitullo, una piedra granítica importada desde canteras de Suecia y Noruega, con colocación en forma de “centellado”, un patrón en arco que otorgó una estética distintiva. Las obras comenzaron en agosto de 1927, con la primera intervención sobre el Bulevar Lehmann, desde Ernesto Salva hasta la Plaza 25 de Mayo. En menos de tres años, por solicitud de los vecinos, las cuadras adoquinadas pasaron de 136 a 227.
El historiador rafaelino Daniel Imfeld, en diálogo con este medio, destacó el valor testimonial del empedrado, que “reafirma la imagen de Rafaela como ciudad moderna y progresista”. El empedrado no solo mejoró la transitabilidad, sino que también consolidó el centro histórico, conectó la plaza central con las estaciones ferroviarias y articuló el crecimiento urbano.
Sin embargo, con el paso del tiempo, las condiciones cambiaron. El incremento del tránsito pesado, la modificación del sentido de circulación y las obras subterráneas contribuyeron al deterioro del adoquinado. Además, muchas reparaciones no respetaron los materiales y técnicas originales, agravando los daños estructurales.
En 2009, bajo la intendencia de Luis Castellano, el Concejo Municipal sancionó la Ordenanza N° 4300, que incorporó al adoquinado al listado de bienes inmuebles protegidos. Se reconocieron así sus valores histórico-testimonial, artístico-arquitectónico y paisajístico-ambiental. Actualmente, la mancha del adoquinado abarca 231 cuadras, y su preservación implica intervenciones controladas por la Comisión de Preservación y Defensa del Patrimonio Urbano.
Adoquinado en Rafaela. Crédito: archivo Municipalidad de Rafaela
Desde 2001, se desarrollan tareas de restauración progresiva. Hoy, bajo un plan sostenido, la Secretaría de Obras Públicas de la Municipalidad realiza intervenciones que incluyen limpieza de adoquines, reparación de bases con suelo-arena-cal, y colocación sobre mortero con juntas selladas con cemento. Este nuevo método busca ofrecer mayor durabilidad ante el tránsito moderno.
Obra de restauración de adoquinado en calle Moreno. Crédito: RADIO RAFAELA
Un patrimonio vivo
Lejos de ser una reliquia, el adoquinado de Rafaela sigue vivo. Su textura invita al paseo peatonal, aporta identidad al paisaje urbano y conecta generaciones. Como señala Imfeld, “el patrimonio no es algo muerto, sino una herencia que debe tener vida”.
Rafaela es una de las pocas ciudades del país que conserva y mantiene activamente su empedrado histórico. Junto con Zárate y algunas áreas de La Plata, se suma a una tendencia que busca revalorizar estos trazados como parte de la memoria urbana. En Europa, ciudades como Florencia, París y Roma preservan sus calles adoquinadas como atractivo cultural. En Rafaela, ese legado está en pleno proceso de revitalización.
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