Por qué cuesta tanto empezar a entrenar y cómo sostenerlo en el tiempo
El profesor Juan Carlos Luqui analizó los motivos detrás de la falta de constancia y propone estrategias concretas para empezar a entrenar con objetivos claros, acompañamiento profesional y sin frustraciones.
La constancia y el acompañamiento profesional son claves para evitar frustraciones.
Comenzar una rutina de actividad física suele ser una de las decisiones más difíciles de sostener en el tiempo. Juan Carlos Luqui, atleta, entrenador, kinesiólogo y quiropráctico, conoce bien ese terreno, ya que viene acompañado durante años a personas que intentan dejar atrás el sedentarismo y ganar calidad de vida a través del movimiento.
Sin embargo, el profesional advierte que hay un obstáculo recurrente que impide avanzar: la falta de compromiso real.
“Creo que es difícil porque la gente no tiene constancia y tiene muchas excusas sobre empezar a moverse”, afirmó. “Lo principal es que no se establece un objetivo ni se pone metas. Entonces eso hace que empiece una cosa y la deje, empiece otra y la deje, y no encuentra una motivación que lo lleve a lograr ese objetivo”.
Empezar de poco, pero con guía
La Organización Mundial de la Salud recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física semanales, lo que se traduce en unos 30 minutos diarios. Para Luqui, lo importante es dar el primer paso, sin buscar resultados inmediatos. “Se pueden empezar con simples actividades. Lo más básico para todos es la caminata, puede ser con un amigo o un familiar, que despeje de tantas horas de trabajo”.
Más allá del movimiento, Luqui remarcó la necesidad de asesorarse con profesionales: “El primer paso es ponerse una meta, un objetivo. Después realizarse los chequeos médicos, tanto cardiológico como clínico general. También asesorarse por una nutricionista, que es fundamental. Y lo que yo siempre digo: no ser autodidacta”.
La falta de orientación adecuada puede derivar en lesiones o frustraciones innecesarias. “He tenido muchos casos de gente que ha comenzado con rutinas bajadas de internet o que le inventan en la cabeza y terminan lesionándose. Siempre aconsejo que se asesoren, que se apunten a un club de corredores o vayan a un gimnasio con un profesor. Eso permite tener una actividad guiada y prevenir lesiones”.
La importancia de la alimentación
Luqui también subrayó que la actividad física no tiene sentido si no se acompaña con una buena alimentación. “De nada sirve que uno haga actividad todos los días si tiene una mala alimentación, si come cualquier cosa o productos que no son saludables”.
Caminar 30 minutos al día puede ser el primer paso para transformar el bienestar.
La mirada integral es central en su enfoque: actividad física, alimentación y salud mental están profundamente conectadas. “Estoy en la larga distancia y lo relaciono mucho con la vida cotidiana. En la larga distancia, la cabeza es fundamental, en la vida también. Todos los días hay obstáculos y creo que la salud mental es clave para superarlos”, explicó.
Además, insistió en no medir todo por los resultados: “Hay que enseñarles que todo es un proceso, que hay que disfrutarlo. Los resultados se pueden dar o no, y no tiene que ser un fracaso si no se llega al resultado. El objetivo principal es disfrutar lo que se hace”.
Bienestar real, no estético
Luqui advirtió sobre una visión distorsionada del ejercicio físico centrada exclusivamente en lo estético. “Esto no pasa por una cosa estética. Pasa 100% por la salud, el bienestar físico y mental. Mejora la calidad de vida, el sueño, las emociones, la actitud, y reduce enfermedades graves como ACV o infartos”.
Luqui recomienda evitar rutinas autodidactas y asesorarse con un entrenador.
En un contexto donde el sedentarismo, el estrés y los malos hábitos alimenticios son moneda corriente, retomar el control del cuerpo y la mente aparece no como un lujo, sino como una necesidad urgente. “Los beneficios principales justamente son estos: mejorar la salud y sentirse mejor todos los días”.
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